Desde hace un tiempo, contamos con dos nuevas propuestas en la red de showrooms bulthaup, y ninguna de las dos pasa desapercibida. El empaque de ambos proyectos, basados en concepciones claramente diferenciadas, los convierte en referentes de nuevas tendencias dentro de una filosofía de marca lo suficientemente sólida como para poder afirmarse en una variedad de lenguajes y acentos.

Ni que decir tiene, también existen elementos comunes: ambos espacios invitan a entrar, a quedarse, mirar, tocar, dejarse llevar por sensaciones. Y ambos tienen la mirada claramente centrada en el cliente.

El showroom de Barcelona se mimetiza en los bajos de un edificio diseñado por José Antonio Coderch y Manel Valls en 1958, galardonado con un premio FAD en 1960. Laura Íñigo, interiorista y directora del showroom, explica que el espacio ofrece un recorrido natural por los diferentes sistemas de bulthaup, en una distribución similar a la de los pisos residenciales de las plantas superiores del edificio. En lugar de limitar el espacio, los dos muros de carga interiores, perpendiculares a la fachada, dividen las superficies y permiten al visitante recorrer las diferentes propuestas de bulthaup, distanciándolo de los espacios diáfanos de tantos otros showrooms. La experiencia se acerca a las proporciones y divisiones de una vivienda real, al tiempo que permite visualizar cada propuesta de forma individualizada, sin distracciones–y a una escala humana, fácil de extrapolar al propio hogar. “Hemos sacado partido de la estructura compartimentada para que juegue a nuestro favor”, nos explica Laura Íñigo.

El equipo humano también ha salido de los despachos interiores para acercarse al cliente. En bulthaup Barcelona, Bach 7, un cubo blanco de 60 metros cuadrados, elevado sobre una tarima blanca, ocupa el espacio central. Contrasta contra ese fondo luminoso la madera oscura utilizada para las mesas de trabajo–un guiño a los materiales originarios del edificio de los 50–, la misma de la carpintería exterior y de las escaleras que conducen a los sótanos.

Según afirma Leopold Bautista refiriéndose a su showroom de Girona, “el objetivo era adaptarnos al cliente, propiciar que experimentara situaciones envolventes, no solo cocinas de distintos modelos y acabados. Hemos roto con el showroom concebido como exposición, creando un espacio polivalente. Queremos que el profesional y el público en general vean cosas que antes no se enseñaban, que estaban detrás del telón”.

El espacio de Bautista comparte con el de Barcelona ese objetivo de cercanía con el cliente. Y aquí, en Girona, esta cercanía tiene acento propio: un videowall atrae las miradas desde la calle, plasmando la filosofía bulthaup y seduciendo con su estética a los no iniciados. Una vez atraídos, se da un paso más: un miembro del equipo bulthaup se acerca a la puerta y lo invita a entrar, como en otros tiempos. Esa hospitalidad añorada sigue con un café, una conversación, y, paulatinamente el mensaje de la marca va calando a medida que el invitado va conociendo una atmósfera, un trato, y, naturalmente, unos elementos tangibles innegables: maderas, laminados, extraíbles, cajones…

El espacio central, dotado de una única gran cocina activa con una mesa de madera que sirve de punto de reunión, contiene también una isla que encierra toda suerte de sorpresas: un bloque laminado en blanco cuyos extraíbles abre el equipo bulthaup, dejando entrever sus tesoros. Aquí asoman bisagras, tornillos, guías y perfiles. Allá aparecen copetes, tiradores, una pata de acero, un trozo de zócalo… Unos cajones volados, sujetos al muro, forman parte del mismo archipiélago, encerrando sendos secretos. ¿La ferretería de antaño? ¿Desayuno en Tiffany’s? El cliente explora, bien acompañado, los mil y un secretos de una marca excepcional.

“La zona de presentación de proyectos ha crecido respecto a la tienda anterior, porque nos dimos cuenta de que era un momento clave de nuestro trabajo”, señala Leopold Bautista. En una gran mesa, “hablamos de las necesidades del cliente, vemos muestras y tenemos como soporte dos pantallas que nos permiten visualizar imágenes virtuales donde el cliente identifica el espacio en su casa, incluso con un paisaje real a través de las puertas y ventanas, ayudándole en la decisión de compra”.

Otro elemento no desdeñable: un área para entretener y divertir a los niños ayuda a que el cliente se sienta tranquilo y receptivo. Por otra parte, ese componente lúdico existe también para los adultos: la organización de aulas, presentaciones y actos gastronómicos abiertos a profesionales y al público en general abre las puertas y vitaliza el showroom una y otra vez.

En Barcelona y en Girona, los dos nuevos showrooms convergen en ofrecer una experiencia de primera mano de la calidad del producto, con la vista siempre puesta en el objetivo de todas sus iniciativas: entender y satisfacer al cliente bulthaup.

bulthaup Barcelona, bach7
bulthaup Girona




• 
•