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Tadao Ando. Valor. Paz

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La creatividad es producto de la rutina y de la paz interior que nace del trabajo y la meditación. Partiendo de esa filosofía, Tadao Ando crea espacios silenciosos que invitan al recogimiento.

Meditación y trabajo. La creatividad se basa en la rutina. Meditar con regularidad es una especie de actividad rutinaria. La forma de meditar de los monjes es distinta de la mía. En mi caso, meditar es pensar continuamente sin prestar atención a lo que sucede a mi alrededor. Yo pienso y medito mientras trabajo y me traslado a un sitio a otro durante el día. En la vida todo ser humano debería ser la base de la creatividad. El momento del día más propicio para la creatividad es el anochecer. Nuestro espíritu se abre con el crecúspulo. Esto es algo inherente a la naturaleza humana. Para los budistas el paraíso se encuentra allí donde se pone el sol. Sus templos están orientados hacia el oeste para que los rayos del sol iluminen la estatua de Buda al final del día. Yo tuve en cuenta esta tradición cuando diseñé el templo acuático de Hompukuji, en la isla de Awaji.

 El silencio del material. Si todo ser humano debe meditar, como creo yo, entonces tiene que disponer de un lugar tranquilo y silencioso donde poder hacerlo. Mi responsabilidad como arquitecto es construir espacios de meditación con un material fácil de obtener y de trabajar y que, al mismo tiempo, sea barato. Hoy en día este material es el hormigón. Proyecto espacios que envuelvan, oculten, protejan y estimulen a los seres humanos y sus experiencias de meditación. Pero el hormigón no es el único material adecuado. Puede ser también la madera, el bambú o el acero.

El miedo del arquitecto. En otros tiempos fui boxeador. El boxeo puede ser un deporte mortal. Entonces vivía sumido en una angustia constante. No podía comer, no podía dormir y vomitaba con frecuencia. Recurrí a la meditación y he de decir que me ayudó. Hoy siento miedo también como arquitecto. Puedo tener ideas magníficas, trazar proyecto y plasmarlos en edificios. Pero al hacerlo me siento muy solo. ¿Qué pasaría si el edificio resultara un fracaso?¿Me darían una nueva oportunidad? En caso contrario ¿qué sería de mis empleados? Como boxeador aprendí a tomar mis propias decisiones, a aplicarlas de forma consecuente y a responsabilizarme de ellas. En este sentido, la vida de un boxeador y la vida de un arquitecto guardan una gran semejanza. El vínculo que las une es la meditación.

Serenidad y muerte. Después que decidí ser arquitecto, hice un viaje alrededor del mundo. Durante el viaje de vuelta pasé por Bombay y Benarés, y allí vi los cuerpos de los muertos flotar serenamente en el río. Fue la primera vez que me enfrenté a la muerte de forma consciente. De repente me sentí vivo y tranquilo entre las personas que no conocían el miedo a morir. Desde niños se les enseña que renacerán eternamente. Y entonces me dije: „Estoy aquí, tengo una vida por delante y quisiera saber qué voy a hacer con ella“. Incluso hoy esta experiencia espiritual sigue viva en mi trabajo.

Espacio y paz. En 1994 construí una sala de meditación para el edificio de la UNESCO en París. El secretario general Federico Mayor quería que tratara en ella el tema de la guerra. Al fin y al cabo había muchas guerras de religión, Bosnia, Irak…Planteó la siguiente pregunta: ¿cómo se podrían superar las diferencias culturales y las barreras religiosas para que los hombres de todo el mundo pudieran vivir en paz? Para mí, la meditación era la única respuesta posible. Pedí al alcalde de Hiroshima algunos cascotes de los escombros originados por la explosión de la bombra atómica, y los utilizamos en el suelo como una advertencia simbólica.

 Cánones de belleza. En la civilización occidental, la belleza, la perfección de las formas y la estética en general guardan una estrecha relación con las leyes de la geometría. Estas reglas han sido un sinónimo de perfección desde los griegos y los romanos. Sin embargo, la concepción japonesa de la belleza es menos estática; se basa más en el flujo constante de los sutiles cambios registrados en la vida cotidiana. Es un modo de sentir intuitivo, que busca el equilibrio en la renovación y el movimiento incesantes, que encuentra la belleza en el vago equilibrio proporcionado por la naturaleza.

Perfección es emoción. La perfección sólo existe en el interior del hombre, no en la forma de los objetos. Personalmente no creo en absoluto en la existencia de la perfección. Sólo la percepción determina lo que es perfecto. La perfección sólo vive en el corazón de cada persona.

Muros y transparencia. Cuando meditamos en un lugar rodeado de muros, podemos ver a través de ellos simplemente con el poder de la imaginación. Gracias a esta capacidad especial, todos los ciudadanos del mundo podrían vivir en paz. Podrían imaginar soluciones para los conflictos.

Zona Cero. Mi proyecto para la Zona Cero de Nueva York es un sencillo montículo de tierra cubierto de hierba que tiene la forma de una tumba tradicional japonesa. Un japonés lo identificacría de inmediato como un túmulo funerario, pero un norteamericano tal vez no. Las percepciones varian en función de las distintas culturas. Sin embargo, con independencia de su identidad cultural, todos los hombres saben instintivamente cuándo se encuentran ante un monumento conmemorativo. En este caso la sensibilidad no conoce fronteras. En el caso de la Zona Cero, imaginé que la gente se sentaría en el túmulo cubierto de hierba y que estos extraños empezarían a hablar entre sí, se intercambiarían recuerdos y se consolarían mutuamente.

Negocio e inspiración. Creo que no es una arrogancia afirmar que los arquitectos, los artistas y los diseñadores de moda somos en realidad unos filósofos. Todos creamos entornos que incitan a pensar. Pertenecemos más al mundo de la filosofía que al mundo de los negocios.

Libre de molestias. Mi trabajo es crear una atmósfera que permita al observador sentir, reflexionar y meditar sin que nada le moleste. Quisiera contribuir a establecer un nexo de unión entre el arte, la naturaleza y el ser humano. La buena arquitectura nos permite elevarnos a un plano espiritual.

Sentir la tierra en el agua. Cuando estamos a la orilla del mar y contemplamos el horizonte, podemos sentir la totalidad de nuestro planeta y de nuestra vida. Percibimos la Tierra como un globo. El agua nos hace pensar en esta esfera, en la naturaleza y en el entorno. Donde mejor se medita es junto al agua.

TADAO ANDO. Nació en Osaka y llegó a la arquitectura por una vía poco común: tras un aprendizaje con un carpintero de la vecindad y un breve intermezzo como boxeador, Ando se dedicó entre 1962 y 1969 a recorrer primero Japón y más tarde el mundo entero para visitar y analizar las grandes obras de la arquitectura universal tomando apuntes en su albúm de bocetos. Tras su retorno abrió, con sólo 28 años, un estudio de arquitectura y no tardó en alcanzar la fama, primero en Japón y a partir de los años 80 a escala mundial. Se ha hecho célebre por sus edificios de un hormigón de textura extremadamente fina y suave, cuyo secreto reside en la perfección de los moldes de madera, a veces sellada, que utiliza para el vaciado. Tadao Ando ha sido galardonado con varios premios de arquitectura de gran prestigio internacional, entre otros, el premio Pritzker en 1995. Tadao Ando vive en Osaka.

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