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John Pawson. Reducción

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Cuando la simplicación se lleva a sus últimas consecuencias, el resultado es una arquitectura perfecta. Ella contiene un potencial inagotable de riqueza y sensualidad y crea espacios en los que es posible soñar.

 „Así como podemos decir que el arte culinario resultó del arte de comer, así también podríamos decir que el arte de edificar se deriva del arte de vivir“ Witold Rybczynski

„ El efecto profundo que ejerce en nosotros la simplicidad nos revela el exceso de ruido que ha invadido los paisajes que nos rodean“ Peter Zumthor

Durante la década de los 70 residí una temporada en Japón. Recuerdo vivamente una visita que hice al palacio Katsura en Kyoto, y todavía me veo mirar, mientras como pastas tradicionales y bebo té, el lago artificial hecho expresamente para poder contemplar mejor la luna. Esta experiencia resume todo lo que ha hecho sentirme desde siempre atraído por la simplicidad. Todos los detalles formaban un conjunto perfecto: la mesa, la vista, el lago, la ceremonia de salutación y la ceremonia de despedida. Ni una sola nota discordante, nada que desentonara. El escritor Brice Chatwin observó una vez que „una habitación – cualquier habitación, en cualquier parte- debería ser un espacio donde es posible soñar“.  En el palacio Katsura se hallaba el espacio perfecto en el que se podía soñar, una arquitectuira que era resultado de llevar la simplicidad a sus últimas consecuencias.

El palacio Katsura es sólo uno de toda una serie de ejemplos que han determinado mi modo de concebir el espacio. Desde el punto de vista histórico y cultural, los ejemplos son bastante diversos: la arquitectura cirtescense, la Bauhaus, el movimiento Shaker y los edificios de Mies van der Rohe. La perfección del palacio de Katsura o de la casa de campo  de Edith Farnsworth, construida por Van Der Rohe, no puede repetirse al pie de la letra. Esos objetos fueron concebidos para una época particular, y por eso cumplen su cometido. No son los detalles de un estilo determinado lo que aquí importa, sino la sensibilidad que anima la obra. El hilo conductor lo forma la idea de la simplicidad con su potencial, paradójicamente inagotable, de riqueza y sensualidad.

La simplicidad y el ritual son para mí los dos ejes del arte de edificar. Mi propósito es crear espacios gratos a la vista y en los que sea posible ejecutar ciertas actividades con perfecta naturalidad. La reducción a lo mínimo no debe confundirse con la austeridad o privación, en términos estéticos o funcionales. Esas reducción significa: claridad de línea, claridad en las proporciones, en el uso. La claridad responde al hecho de que el ojo, espíritu y cuerpo deben sentirse bien si un espacio ha de permitir estar a gusto dentro de él. Negación de una estética deshumanizada, esta arquitectura se adapta minuciosamente al inquilino individual y resulta de los rituales del uso y no de las convenciones de la forma.

„El diseñador sabe que ha logrado la perfección, no cuando ya no puede añadirse, sino cuando ya no puede quitarse nada“. Antoine de Saint-Exupéry, „Viento, arena y estrellas“ (1939)

Es sumamanete difícil practicar la auténtica reducción a lo mínimo. La gente persiste en la idea de que para operar esa reducción no se necesita más que echar fuera del sofá y pintar unas paredes de blanco. Pensar así significa pasar por alto la idea subyacente al afán reduccionista. En efecto, la meta no es una arquitectura de la ausencia. No por lo que falta, sino más bien por la armonía y justeza de lo que está presente se define el minimalismo. Cuando se reduce o simplifica, a primera vista parece que cada vez hay menos cosas que ver. Luego, conforme se avanza en el proceso de limitación y reducción, se llega a un punto que se traspasa un límite. Entonces se accede a esa dimensión que en mi libro „Minimum“ describí como un mundo opuesto a lo real, en el que si se mira con suficiente claridad, no se ve reflejado el vacío, sino un sentido de la plenitud. Al espectador se le manifiesta la opulencia de la sobriedad, la simplicidad adquiere un carácter épico, las proporciones cobran vida, y de repente se advierte que existen 50 diferentes matices de blanco.

 Como muy bien dijo Richard  Serra: „ La razón por la que trabajo es averiguar lo que no sé; en absoluto reciclar lo que ya sé.“

Siempre que acepto un nuevo encargo comienzo otra vez de cero. Con ello no quiero decir que siempre tengo que trabajar en tabula rasa. Mi propia casa de Londres fue uno de esos proyectos en los que tuve que ceñirme el reto adicional de introducir en el viejo marco nuevas maneras de ocupar un lugar y de vivir en él. La materia prima con la que tenía que trabajar que era una casa adosada del s.XIX de Notting Hill. El primer paso consistió en pintarlo todo de blanco y poner esteras de caña en el piso para conocer el edificio en su estado original. Si se quiere comprender dónde aciertan y dónde fallan las proporciones y además captar el detalle, es muy importante entender el modo como la luz y los ángulos visuales afecta a cada uno de los espacios. Sólo tras esta fase premilinar es posible comenzar con las obras propiamente dichas.

En mi obra, el papel protagonista le corresponde a la luz. También la luz artificial desempeña un papel, pero mi atención la concentro en la interacción entre la luz natural y la sombra. Hace un tiempo pasé en México una temporada para estudiar los edificios diseñados por Luis Barragán. Su dominio de la luz era perfecto. El modo en que penetra en los interiores. Gracias al efecto lumínico, formas y materiales simples e incluso austeros se vuelven ricos y sugerentes,.

La arquitectura ha de disolver las barreras convencionales entre  interior y exterior, respetando nuestra necesidad de que las casas  sean refugio y lugar de retiro.

 „No importa cuán pequeña sea una habitación- escribió Bruce Charwin-, mientras tu mirada pueda vagar libremente en sus confines, el espacio contenido en ella será ilimitado“.  

La característica esencial de la entereza- el que una cosa parezca de una sola pieza, de manera que el espacio conserve su carácter abstracto de idea –depende quizás, en primer lugar, de la calidad de las junturas.

Una foto del arquitecto Shiro Kuramata me hizo resonar algo dentro de mí. Lo que vi me causó la impresión de un fuerte sentido de la justeza. La obra era el resultado de una disciplina y un sentido poético que aceptaban el lugar que corresponde a la gracia del día a día. Eso, a mi juicio, pertenece a la esencia  misma del minimalismo: la relación que hace posible entre lo profundo y lo cotidiano.

John Pawson nació en la ciudad de Halifax. Antes de dedicarse a la arquitectura, trabajó en la fábrica de textiles propiedad de su familia y vivió y enseñó algunos años en Japón. De regresó en Inglaterra, se inscribió un breve tiempo como estudiante de arquitectura y fundó en 1981 su propia empresa. La estética purista de Pawson ha producido obras tan diversas como el pequeño apartamento para el escritor Bruce Chatwin y la casa matriz de Calvin Klein en Manhattan.

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