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La comida sencilla. Slow Food

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Milán es uno de los bastiones del movimiento Slow Food o comida sosegada. Este movimiento apuesta por el goce sencillo, la cultura del buen comer y la conservación de los mejores productos.

En la Latteria de la Via San Marco, una vez más, no hay un solo asiento libre. Maria se mantiene firme: vuelvan mañana.

Las latteries son el equivalente italiano de las lecherías o de las granjas catalanas. En Milán, antaño era frecuente poder tomar una comida sencilla en uno de estos establecimientos, pero hace tiempo que esta tradición se ha visto desplazada por los múltiples bares que ofrecen bocadillos, ensaladas, primeros platos (pasta, risotto) o sencillos platos del día. En el centro de la metrópolis lombarda que, debido a la presencia de tantos estilos culinarios regionales italianos, se ha convertido en una meca para los gourmets, sólo un puñado de latterias resiste.

Algunas sin embargo han evolucionado. La Latteria de la Via San Marco, por ejemplo, se convirtió años atrás en trattoria y hoy en día a los aficionados al buen comer les basta con oír su nombre para que se les haga la boca agua. Pero no es por el entusiasmo con el que los camareros de uniforme recitan los manjares de la carta, ni porque la carta de vinos parezca un catálogo de antigüedades, sino porque María y Arturo sirven las recetas más sencillas (como el risotto milanese o los orecchiette con broccoli) con tan buen tino que el simple recuerdo de un sencillo vitello alla milanese hace que uno comience a tragar saliva.

Comer disfrutando, incluso las comidas más sencillas, es también la filosofía de Slow Food. Cuando a finales de los años ochenta se abrió el primer fast food en Roma, el periodista gastronómico Carlo Petrini, del pueblo piemontés de Brà, y un puñado de amigos suyos fundaron la asociación Slow Food.

Desde entonces, Slow Food ha crecido tan rápidamente que hoy en día es un movimiento internacional. Tal como señalaba en uno de sus manifiestos, el movimiento, cuyo logotipo es un caracol, tiene por objeto “lo pacífico y lo sensual  en oposición a la amenaza universal de la vida acelerada”, pues el placer es lo primero, y toda persona tiene derecho a su disfrute.

Los defensores de la slow food se reúnen en unas llamadas “reuniones de hermandad” o “mesas redondas”. Mantienen un firme compromiso con la protección de los productos agrícolas regionales, la conservación de las tradiciones culinarias y la promoción de un tipo de turismo respetuoso con el medio ambiente. Otorgan un galardón a la protección de la diversidad biológica y han creado, a través del “Proyecto Arca”, una red de científicos nutricionales, productores y profesionales para documentar y proteger métodos de producción, especies animales autóctonas y variedades de plantas indígenas. Así mismo organizan ferias de nutrición y degustación.

Como lobby ecogastronómico, el movimiento Slow Food no sólo se toma muy en serio en Turín, Milán o Roma, sino también en Bruselas. Y Carlo Petrini está especialmente orgulloso de que Slow Food haya sido reconocida por la autoridad nutricional de la ONU, la PAO, como socio oficial. Slow Food está en la primera línea de combate contra el uso de alimentos transgénicos.

Carlo Petrini, ha luchado para liberar la comida y la cocina de su nicho cultural, un nicho dominado por gourmets excéntricos o por bon vivants bien intencionados. En última instancia, la gastronomía trata fundamentalmente del arte de la nutrición y, por tanto, de la satisfacción de una necesidad básica del ser humano. Trata de las plantas y los animales, de las especies en proceso de extinción y de las nuevas que se van introduciendo. Trata de la historia, del hambre en el mundo y de una economía de mercado que sea compatible a escala global. Trata de la cultura, de la ética y de las costumbres, así como el arte de cocinar. Artesanía combinada con el arte.

Ni que decir tiene que la mejor ocasión para hablar de Slow Food es en el transcurso de una comida. Así que… si vamos a Italia, dónde se originó el movimiento slow food,  os recomendamos  los siguientes restaurantes  milaneses: espacios entrañables, familiares, íntimos y exquisitos para saborear la vida lentamente.

http://www.pontdeferr.it/

http://www.trattoriadaabele.it/

http://www.grandhotelosteria.it/

http://www.latteriadicameri.it/

http://www.osteriadeltreno.it/

http://www.enotecaombrerosse.com/

http://www.tagiura.it/

http://www.trattoriadelnuovomacello.it/

Para saber más del movimiento slow food y su manifiesto:

http://slowfood.es/manifiesto-slow-food/

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